miércoles, 21 de octubre de 2009

Wake Up And Smelling Of Strangers

Pierden la madrugada en juegos de mesa

mientras las botellas reflejan la noche, vacías.

Se apaciguan las manos, brazos y sonrisas.

Nos olvidamos del calor de las venas y huesos,

sentimos nuestro el refugio húmedo, sin huecos;

húmedo como tus labios y como el borde del vaso.

Los demás siguen en lo habitual, bebida y juego.

Pero tú te decides por lo excepcional, por las palabras.

Nos atrapamos lejos, entre juguetes y pinturas estropeadas,

esperanzados por limpiar impulsos casi voluntarios

y las letras del papel de carta rosado que olvidé haberte escrito,

que ya no huele como antes y ni sientes lo que dicen.

Y me preguntas si sé componer sonetos,

y te digo que bueno, que depende del día y del momento.

Vajilla de ámbar y ángeles mal pintados y tristes

dotan al momento de ese aire místico que soñaste.

Oscuridad plena, ciegos y visionarios del momento;

nunca pendientes de un luego más allá de la puerta.

Y sin saber nada más, todo parece acabar,

sumidos el uno en el otro, esperando a la mañana soleada.

Y llega, pero no nos suelta la luz, ni el enlatado despertador,

ni el olor del café recién disuelto ni el tabaco

que escapa sinuoso hacia la mañana de lluvia

renovando los recuerdos y aireando los secretos.

A quien importa quién esté en la ducha,

qué cuerpos desnudos recorren gotas como dardos,

hiriendo con frío, memoria. No importa ya la esponja,

ni el champú para niños ni la espuma a los pies.

Y sigues los surcos de asombro en mi frente,

y la comisura de mi labio superior, cuarteado;

persigues la curva de nuestras caderas claras, como siendo

interrogantes que encuadran preguntas ciegas,

huérfanas de respuestas hoy, anoche, mañana;

incluso aquel atardecer al salir del cine, mudos,

cuando deseamos ser por siempre amigos.

Y vuelves a calentar la pizza y los fideos,

y comemos con los coches rojos, con la lluvia y el cigarro.

Sonríes como si yo fuera espejo de todo lo admirable,

sigues el paraguas de lunares, alejándose calle abajo,

que se va como tú y como yo, imaginando tus pinceladas,

siguiéndote desesperado, suplicante y frío.

Y me pego contra ti, contra el balcón.

Supervivientes de la noche, héroes solitarios,

eso creo que somos, solos.

Doy las espalda a los silencios y a los gritos.

Y tu boca, tu olor a todo lo olvidable.

Preguntas a qué hueles.

Y te digo que las cartas y los sonetos huelen a tabaco,

la ducha sigue oliendo a tabaco,

la pizza y el café saben a tabaco.

Pero tú; tú no.

Tu hueles, sabes y sientes a todo lo demás.

1 comentarios:

Lonely Persson dijo...

Si el diseño no os gusta, o lo que sea, comentadlo y se cambia :)