martes, 22 de diciembre de 2009

LAS EXPERIENCIAS ENGAÑAN

Tan esperanzador como uno de esos días en que la
primavera emite algún avance en pleno invierno.

Tan falso como los políticos para los que lo prometido
nunca es deuda sino duda.

Embriagador como vino oloroso que dibuja en la frente
ese punto de luz que nos eleva.

Tan pérfido como esos periodistas que ansían exclusivas
y no dejan que se las estropee la verdad.

Ingenuo como las ancianas que le ruegan a Dios el canje
de sus vidas por la salud de un niño que agoniza.

Tan masoquista como leer Finnegans Wake en una noche
de verano.

Tan humillante a veces como tarde perdida en la cola
del paro.

Tan caprichoso como un juego de palabras (un
desprendimiento de rutina que primero te ciega y que
después te ciénaga).

Insospechado sospechoso terco animal despiadado
imprescindible usurero bendito hijodeputa.

Con él no valen experiencias porque todas engañan
dictando cobardía.

Es el amor.
Quien lo perdió, lo sabe.



Juan Bonilla, Partes de guerra, 1994




Obviamente, la poesía no es mía, pero al leerla hoy pensé que sería un buen regalo.
Nunca se sabe que verso te espera al bajar la cabeza.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Las dos rebanadas

A la entrada de un laboratorio fotográfico había un pobre hombre-anuncio disfrazado de Papá Noel y con un letrero al cuello, de esos que cuelgan por delante y por detrás y que definen muy bien cuál es la receta del capitalismo: se pone una persona cruda entre dos rebanadas de publicidad y se le sirve a un banco.

De estas cuatro líneas de Benjamín Prado en su libro "Mala gente que camina" he sacado varias cosas en claro: que Papá Noel ha caído tan bajo (la crisis es de empresarios, dicen) que tiene que ganarse la vida haciendo de hombre-anuncio (¿cómo se le ocurre?) y que, además, vivimos en una sociedad acosada por la publicidad. Y aún más en Navidad, lo que es más triste.

Nos enseñan que en esta época tiene que haber una "noche de paz, noche de amor" y además debes saber que "la alegría de este día hay que celebrar"... Pero, ¿y la otra cara de la moneda? Es decir, ¿qué hay de esas dos rebanadas de publicidad que envenenan la Navidad? Sí, tienes que ser generoso porque estamos en Navidad, pero también deberías comprarte ropa interior roja para Nochevieja, y si estrenas algo mejor que mejor, oye... ¿Por qué no? Le voy a dar limosna al tío ese que siempre está en el metro haciendo que canta; total, estamos en la época... Eso sí, luego tengo que ir a encargar el marisco y el cordero, que este año nos toca en casa y hay que prepararlo todo como Dios manda...

Con esto no quiero hacer notar que estoy en contra de la Navidad. Estoy en contra de la actitud que tomamos por ser Navidad. Me gustan el espíritu navideño, las costumbres, los puestos de la Plaza Mayor y las luces (cuando se vayan acercando las fechas, y no un mes antes, por favor) por toda la calle de Alcalá y Gran Vía. Me gusta dejar regalos en los calcetines y poner los zapatos limpios la noche de Reyes. Sin embargo, conforme van pasando los años me tomo la llegada de estas fechas de manera muy distinta; puede más conmigo la visión consumista, estresada y acaparadora de todos nosotros, que la bondad, el amor y la paz que predicamos y que pronto se nos olvidan.

Por eso, volviendo al escrito de Benjamín Prado, estoy de acuerdo con él. Es más, añado que cada uno de nosotros está entre rebanadas (ya no dos, cientos) de publicidad. Y lo peor es que casi nunca nos damos cuenta de ello, y sucumbimos a lo que nos parece son precios baratos y al sabor de lo nuevo y lo guay. Descubrir que todo esto pasa más en Navidad que en otras épocas... (vale, existen las Rebajas, pero ellas no predican el amor y la paz) da que pensar, la verdad.

No os ofendáis. Es sólo una opinión. Papá Noel tiene todos mis respetos desde su trono de El Corte Inglés.

Feliz Navidad... Y las dos rebanadas, que sean con aceite y tomate, a poder ser.

domingo, 20 de diciembre de 2009

EROS Y PHILIA

Eros y Philia ...

dos gotas en un mismo mar.

dos piedras del mismo camino.

dos colores del mismo dibujo.

Eros y Philia ...

dos rayos del mismo sol

dos hojas de un solo árbol

dos lágrimas del mismo ojo.

Eros y Philia ...

dos sentimientos, un mismo corazón

dos amores, una misma persona

dos palabras ... te amo.


PD: Tras las típicas cenas navideñas

publico con dos días de retraso,

uno de mis escritos favoritos:

Disfrutadlo!!!!

jueves, 17 de diciembre de 2009

Memorias...

Memorias, buenas o malas, siempre te acompañan. A veces piensas que no duelen, que no son más que memorias. Pero otras el destino juega contigo a las cartas, y te los trae de vuelta. Empiezan siempre con la frase: "¿Te acuerdas de...?" y terminan con la cabeza baja, la mirada perdida, la sensación de que no se repetirán, de que todo ha cambiado.
¿Qué fue de aquello que tenías, aquello que te daba miedo perder, aquello que pensabas que era lo único que te mantenía en vilo? Un día faltas, otro cambias de trayectoria, y al final la que ha cambiado eres tú. La que ya no es la misma en apariencia, aún notándose que te queda algo de tu esencia. Tus recuerdos te miran extraño, como mira el niño pequeño a todo individuo cuya cara no le suena; te miran arrugando la nariz, sonriendo, pero dejando ver que apenas te reconocen, que, efectivamente, no queda nada.
Antes eras tú la que se quejaba. Decías que tenían miedo a los cambios, que se negaban a avanzar. "Qué más da, está todo perdido". Tus recuerdos se estaban dispersando, se estaban alejando de ti de tal forma, que quizás se hubieran perdido definitivamente en tu memoria. La misma memoria que se quedaba grabada como una declaración de amor en la corteza de un árbol. Esa memoria que ahora te estaba susurrando al oído historias. Quién eras tú entonces. Y quién eres ahora. No había nada de malo en ser quién eras. La identidad no es más que otra forma de reinventarse a uno mismo; la identidad es algo que si se quiere, se puede moldear, como la arcilla.
Eras quien eras. Aunque a veces no te sintieras nadie. Sabías dónde andaba tu rumbo, por dónde estaba el norte que marcaba tu brújula. Sabías que todo tenía un porqué. A pesar de que antes no te sintieras nadie, otras veces te creías alguien. Huías a alguna parte, te enclausurabas, con la esperanza de desahogarte. Y alguien aporreaba la puerta; tu recuerdo estaba ahí, con los demás, instándote a salir, a que te enfrentaras a ellos. Gritabas, te quejabas, no te controlabas. Si alguien pudiera tallar las lágrimas, convertirlas en diamantes, podrías haberles hecho un hermoso collar.
Y es que nadie entendía por qué llorabas. Nadie sabía qué querias. Solo sabían que te habías descontrolado una vez más. Ahora, te sientes alguien. Tus recuerdos se han desligado de ti. Ya no están... Vagan aparte, y de vez en cuando te dedican un gesto, mitad aceptación, mitad contrariedad:
Cuánto has cambiado.
Cuánto he cambiado.
Sin embargo, antes no me sentía nadie ni era alguien.
Ahora, tampoco.

martes, 15 de diciembre de 2009

Primero vienen los cuartos.

Dentro de 16 días el mundo cumple un año más.
Felicidades. ¿Felicidad?
En inevitable que, cuando Ramón García o Belén Esteban nos den las campanadas (Yo intentaré aferrarme a algo más tranquilizador sobre la raza humana, del estilo de mi primo de cinco años o mi abuela. Me temo que si me fijase en los seres de la tele terminaría pidiendo la colisión de un meteorito como deseo de año nuevo) pensemos en la totalidad del año. Qué hemos hecho, conseguido, conocido, aportado, nos ha jodido, nos ha hecho crecer, hemos recuperado, perdido, adelantado.
Qué ha sido ese año.
Es inevitable, ¿No? Míralo, ahí se va, escapándo por la ventana entre el jodido espumillón, los anuncios de El Corte Inglés, el turrón de Jijona y nos tacones de siete centímetros mínimos obligatorios. Es ahí, en el momento menos adecuado, rodeados de gente, de música, de botellas abriéndose, sentados en el sofá mientras nos exigen que ya que no jugamos hagamos el favor de cantar el bingo, en una esquina de una discoteca, mientras el DJ saca la colección de "Números Uno de Ahora y de Siempre" (Con el reloj de antaño como de año en año...) cuando año tras año reflexionamos sobre el sentido de nuestra existencia en los últimos 365 días.
Haciendo alarde de inteligencia hasta el último minuto.
Y prometemos, porque el que promete en Nochevieja... total, mañana no me acordaré. Ni siquiera me acuerdo de dónde está el ticket del ropero.
Así que voy a dejar de fumar, a sacarme el carnet, para Septiembre, ninguna, a dejarle las cosas claras y si no quiere puerta porque la vida son dos dias y yo lo que tengo que hacer es buscar un curro para poder independizarme ya, que ha pasado un año y estoy igual.
Mírame, rodeado de parejas liándose y borrachos, y gente matándose por llegar a la barra para amortizar en vena 50 euros de barra libre.
Que diferente soy, cómo pienso. Qué distinto lo veo, qué clarividencia, me doy cuenta de como soy y puedo remediarlo. Ellos están ahi viviendo la noche más sinsentido de su vida, saliendo por que todos salen y obligándose a disfrutar porque lo dice Gemma Mengual en el anuncio de Freixenet.
Yo lo prometo.
El año que viene, sin duda, será diferente.
Lo cambiaré, podré cambiarlo, cambiaré.
Y dejaré de fumar. Y no iré a Septiembre. Y tendré un curro. Y me iré de casa. Y conoceré a la persona de mi vida. Y me prometo, hoy, solemnemente, que voy a conseguirlo todo. Absolutamente todo lo que me proponga. Porque año nuevo, vida nueva y... ¿Felicidad?
¡Coño, las 8! Que nos quedamos sin churros!


Felicidades.

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Eres feliz?

Un día cualquiera, Menganita se acercó a Fulano y le preguntó si era feliz. Fulano, tras unos minutos reflexionándolo, contestó que . Pero no sonó muy convincente.
Al día siguiente, Menganita, con voz más segura y firme, le volvió a preguntar a Fulano si era feliz. Éste, también más seguro y tardando menos que el día anterior en contestar, respondió que un poco. Pero Menganita no quedó muy convencida.
Pasaron unos días más y Menganita seguía preocupada por la felicidad de Fulano, y Fulano, angustiado, se dio cuenta de que no era feliz. Optó por contestarle que era feliz sólo un poco (como si se pudiera ser feliz sólo un poco) pero la última vez que Menganita pudo preguntárselo, Fulano le dijo:
- Menganita, no me lo preguntes más. No soy feliz.
A partir de ese momento, sin preguntas ni planteamientos, Menganita y Fulano vivieron felices, más que un poco, para siempre.

Fin.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Ahora que llega el invierno...

... En Madrid también nieva.

sábado, 12 de diciembre de 2009

SUEÑOS DEL PASADO

Mataré algún día la distancia

aunque muera en el intento,

rozaré la dulzura de tus labios,

tus ojos verdes podré probar

al amanecer de una noche sin final.

Tan solo estoy soñando despierto,

estar a tu lado para volar juntos

sintiendo tu respiración en mi cara

tiñendo de azul los días oscuros,

incitar tus ganas de vivir y compartir

momentos de placer infinito,

ondeando nuestra locura al viento.

Muriéndome estoy por abrazarte,

oler la esencia de tu piel,

llevarte las lágrimas de la luna,

tierna mirada del querer

jueves, 10 de diciembre de 2009

Bleeding out

"Traigo una rosa en sangre entre las manos
ensangrentadas. Porque es que no hay más
que sangre."
Crecida, Blas de Otero.

El vacío no es más que una sensación a la cual te puedes dejar caer sólo si donde te encuentras ya está completo. Completo de dolor, completo de tonalidades de grises, rebosante de desesperación, de gritos sordos y vacíos que acaparan todo el aire... Cuando la soledad se ha apoderado de tus pulmones, cuando el último soplo de vida que te quedaba se ha congelado en medio de un suspiro, cuando te disecas lentamente, como una rosa enroscada por el tallo (quién sabe si distraidamente) en el mástil de la proa de un barco errante.

Te necesito cuando río, cuando duermo, cuando reflexiono, cuando desespero, cuando me quemo desde la punta de mis dedos hasta que me consumo en la cuneta de un camino cubierto de sangre. Te necesito cuando mis heridas relucen bajo la luna llena, cuando el cielo amenaza lluvia, cuando bajo mi cama solo se oyen los suspiros de mi alma que ha caido al suelo, inerte, triste, moribunda. Me doy cuenta de que te has ido cuando mis escritos ya no son tinta si no sólo agua de Mayo; Me doy cuenta de que te vas a ir cuando el reloj estalla en miles de horas interminables; Me doy cuenta de que te irás cuando me palpo el pecho y me atravieso el cuerpo.

Me he convertido en un fantasma sin lugar, en un túnel sin final, en una canción tocada por un guitarrista cuyas uñas empiezan a sangrar, a medida de que van rasgando unas cuerdas de lija, en una sombra arañada por un sentimiento semi podrido, en una especie de risa comedida, en un eco atrapado en un vaso de cristal. Me he transformado en aquello de lo que huyen los asesinos, en un retrato vacío, en un espejo roto en mil pedazos, en un árbol cuya savia se transforma en vinagre que alimenta mis heridas. Me he atrevido a pensar que puedo sentir las gotas de lluvia sobre las palmas de mis manos, que si pego mi oreja a la via de un tren podré escuchar un cercanías, que si me dejo morir podré ganar a la paz y a la agonía... Pero esto se convierte en una marea, me he caído del barco, no puedo nadar, la sangre es demasiado espesa...

Me hundo, en lo que puede ser el mar más triste de la Tierra.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Epifanía I: grasas

Miau. Me voy. A qué. No sé. Volverás. Baja el volumen. Hace frío. Me gusta el frío. Entonces nada. Guau. Huele a incienso. Huele a ayer. No recuerdo el ayer. Vaya. Mejor. Vete pues. Así sin más. Claro. De acuerdo. Pensé que... Ya no pienso. Leche. Ya no pienso en ti tanto. Entonces piensa en el porqué. Es complicado. Entiendo. Lametón. Pensaré más tarde.

perras y gatos
dame la mano
bebe pelos pardos
bigotes blancos
goles no marcados
toc-toc la puerta
pomo dorado
cielo ardiente
calles
aceras
alcantarillas
neón
dardo certero

Pienso. Rojo y claro, despedidas sin lágrimas y rubores anaranjados. Mensaje o llamada, gritos o silencio. Ya jamás tu cara. Ya nunca. Las razones las busco en la azotea, en la copa y en el banco. Responden. Me dicen ya nunca, ya nunca yanuncayanunca... Ya nunca como antes. La ciudad habla, dicta y sentencia. Adiós.

viernes, 4 de diciembre de 2009

POEMA A LOS VENCIDOS

Negros tiempos nos esperaron hace ya setenta años

tiempos de odio, de represalias a los vencidos;

sucia guerra donde los militares y falangistas nos torturaron

y hasta por algunos que creíamos camaradas fuimos vendidos.

Maldito mes de julio cuando comenzó la masacre,

que sin duda con gran fuerza y valor respondimos

saliendo como hermanos a defender la libertad,

no podíamos permitir ser aplastados por el fascismo.

Razonadas eran nuestras intenciones en la lucha,

pronto pudimos ver la gran desgracia que nos esperaba,

logramos parar el fascismo a las puertas de Madrid,

muerte, sangre y dolor veíamos en nuestros compañeros.

Nunca debemos olvidar a los que murieron contra el tirano,

también recordar siempre a cualquier mujer solidaria,

que con la misma fuerza y convicción que los hombres

pusieron su granito de arena pero acabaron encadenadas.

Damos mil gracias a obreros, campesinos y sindicalistas,

muchos fueron los lugares donde triunfó la revolución,

recibida con gran alegría entre el pueblo unido

se instaló un sistema de vida donde primaba la razón.

Por desgracia eso lo destrozó la reacción tres años después

cuando la luna se cubrió con un velo y el día se apagó,

ya solo nos quedaban cuarenta años de oscuridad,

nadie se imaginaba que sucedería tanto sufrimiento y dolor.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Me gusta respirar sólo si tú respiras a menos de un palmo de mí.
Me gusta que me aprietes, me estrujes contra tu cuerpo como si aún pudiéramos estar más y más juntos. Me gustaría solaparme a ti... No dejarte ni un momento; que nuestras pupilas autoasesinadas por el sueño no dejaran de mirarse en horas, días, meses... Siempre.
Me gustaría no perderte de vista, evitar el parpadeo… Alejarme corriendo de la distancia, de ese no se qué que nos separa.

Me gustaría leer las horas una a una... Leer las horas con tu voz, con tus labios, con mi boca, leer todas las horas, todos los días del maldito calendario…Calendario que pase lo que pase nunca dejará de correr.

Podréis conseguir todo lo que queráis en el mundo, pero nunca podréis parar el tiempo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

The Electrical Morning

Y sin embargo, de repente.

Amasijo cableado de sacudidas

positivas.

Despierto, cerrados, sumido en esta

frugal inmolación matutina.

Enlaces hechos a cortocircuitos.

Sol, pequeña bombilla

enrejada, luz naranja y escondida.

Click, chispazo, abrazo y pérdida.

¿Duele?

Dolió, pero no hay llama ni brilla,

no arde, no rigen ya

básicos preceptos de voltaje,

de anatomía.

Fluorescencia gaseada,

lumbre eléctrica,

vello magnético,

juego de enchufes anegados.

Elige, decisión luminosa y repentina.

Vuelve el apagón gradual,

inercia temporizada y premedida.

Volverás calladito,

en la mano la cerilla.

Entonces despierta,

apaga

y vámonos,

como de despedida.

martes, 1 de diciembre de 2009

De libros, monedas y caminos.

Hoy he terminado de leer "La Mujer del Teniente Francés" que no sé muy bien que tienen los modernistas ingleses, pero algo, un algo muy grande, profundo y conmovedor tienen.
Ya no es por el hecho de que haya terminado esta novela en dos días, que no recuerde ningún otro libro que me haya atrapado tanto o porque tenga un personaje principal que solo puedo equiparar con Lolita, Catalina de "Cumbres Borrascosas" o quizás con Adela, de La Casa de Bernarda Alba.
Supongo que el libro sería una suma de novela victoriana más modernismo más artículos de revistas, documentos de época, un escritor que se deja ver de vez en cuando y un manual sobre cómo escribir una novela.
Y lo más curioso es que, a veces, esa voz lectora se sale de su función de narrador, nos habla, nos pide opinión y nos da explicaciones.
Sin embargo tenemos (somos) una protagonista a la que es imposible entender por completo, como si fuese una mezcla de protagonistas independientes, una mujer distinta en cada escena donde aparece, un ser inexplicable, impulsivo, egoísta, sensible, enamoradizo... una antítesis personificada, cuyo destino y final (-es, ya que creo que es la única novela que he leido que nos presenta dos desenlaces, a escoger según el lector) se deciden de la manera más simple posible. Tirando una moneda al aire.

Quitando la grandeza que he evocado antes, leer esta obra me ha hecho pensar que la vida es como ella, como este libro.
Luchamos por ser diferentes y ser nosotros mismos, nos oponemos a los demás sin dejar de formar parte de lo considerado "normal", muchas, muchísimas veces no sabemos por qué, o cómo actúamos, que decimos, que consecuencias tiene, simplemente porque no podemos preveer con exactitud donde nos pueden llevar nuestros actos, si serán cuestionados, si lo que en ese justo momento se nos pasa por la cabeza, porque lo sentimos, porque es lo que nos sale, nos jugará una mala pasada. Somos volubles, cambiantes, los mismos pero siempre distintos, nunca iguales, cambio, cambio, cambio, día tras dia. Imposible de entendernos.
Y a veces nos encantaría poder tirar (o que alguien tire) esa moneda al aire.
O no tener que elegir y disfrutar de los dos finales. No lamentar, no pensar, no renunciar. Y saber que si en uno se esconde el pesar en el otro encontraremos la felicidad asegurada.