Mañanas oscuras y
tardes interminables
en noches heladas.
Días que se van
semanas que llegan
y meses que pasan.
Años de retiro
de lustros descoloridos
en cada siglo roto.
Tempus fugit
fugit vita
vive vitam.
Mañanas oscuras y
tardes interminables
en noches heladas.
Días que se van
semanas que llegan
y meses que pasan.
Años de retiro
de lustros descoloridos
en cada siglo roto.
Tempus fugit
fugit vita
vive vitam.
Para crecer, es necesario aprender a tomar lo que sabemos que es bueno para nosotros, pasar por el colador más de la mitad de la información que recibimos, elegir a los que nos rodean bajo un criterio. Pero claro, en este escenario existen las máscaras y los disfraces, y siempre uno se puede sentir contrariado, engañado; has fallado en tu criba, se te ha colado un actor de dramas.
Es una actor bastante especial, se disfraza de comediante, y con una amplia sonrisa espera que le cedas el paso al interior de bastidores. Con una mano apartas la cortina, con una reverencia le permites pasar, y con un soplido... Te han arrancado la inocencia, el corazón. Te has quedado solo en el escenario. Se apagan las luces, el aire seco, caliente y estival se apodera del parqué que cubre el suelo. La tarima rechina bajo tus pies, y con la mirada buscas la luz entre bastidores.
Más silencio. Un suspiro se escapa de tu pecho, para inundar el ambiente. Intentas dar un paso, pero no puedes evitarlo. No hay nadie. El "comediante" se ha marchado. Tu bella comedia ha pasado a ser un doloroso drama. Recuerdas su máscara con especial cariño, sonríes al recordar el aire pasando entre sus cuerdas vocales, para articular dulcemente la frase: ¿Puedo pasar? Y tú le dejaste. Tú se lo permitiste.
Aspirar... Expirar... Inhalar... Exhalar... Sigues vivo; el vaho revela que sigues respirando, el aire estival es una ráfaga de frío que se llena de copos de un inocente y grácil diciembre. Un diciembre que se apaga, un diciembre que se congela... Sin embargo, de entre las sombras, algo se mueve. Una mano aparece de la nada y empieza a deslizarse hacia la derecha. Todo el paisaje se arruga. Todo es una cortina.
El "comediante", ingenioso tramoyista, sigue sonriendo. Dice que te admira, que a tu lado se siente seguro, que le das la vida, que se alegra de verte. Estás muy confundido, mi comedia debe continuar. Y, con una lágrima en los ojos, retiras la cortina, vuelves a diciembre, y te dejas poco a poco cubrir por la nieve...
Tus pulmones ya no laten. Tu corazón no sabe respirar. Lo que te daba la vida, lo que te renovaba cada día, las ilusiones de siempre pero con un mátiz distinto, todo se corrompe, todo se diseca, todo se vuelve marrón, gris y quebrado. ¿Qué vas a hacer? Si es que todo ser humano muere cuando le dejan sin un mal aire que respirar...
Aquella palabra tuya que cautivo
en cánticos celestes mis penas
volvió el aura de mi dicha sucia.
Tú, virgen de asfalto empañas
mi rostro de dolor obtuso y bravo,
reducido a hormigón,
metal, luz, cristal,
lenguas frías y tristes, que me tragan y engañan.
Los querubines de neón
disfrazados de diablillos en lentejuela raída,
plástico, pintura,
me agarran y atraen hacia sus cubículos oscuros.
Y yo callo, empalado en ladrillo pintado.
Miembros atenazados y muertos,
Corazón palpitante y frío.
¿Quién me clavará el definitivo puñal en el costado?
¿Me volverá el dolor y sentiré la verdad
punzante, oscura, dolorosa; pero cierta?
Pierden la madrugada en juegos de mesa
mientras las botellas reflejan la noche, vacías.
Se apaciguan las manos, brazos y sonrisas.
Nos olvidamos del calor de las venas y huesos,
sentimos nuestro el refugio húmedo, sin huecos;
húmedo como tus labios y como el borde del vaso.
Los demás siguen en lo habitual, bebida y juego.
Pero tú te decides por lo excepcional, por las palabras.
Nos atrapamos lejos, entre juguetes y pinturas estropeadas,
esperanzados por limpiar impulsos casi voluntarios
y las letras del papel de carta rosado que olvidé haberte escrito,
que ya no huele como antes y ni sientes lo que dicen.
Y me preguntas si sé componer sonetos,
y te digo que bueno, que depende del día y del momento.
Vajilla de ámbar y ángeles mal pintados y tristes
dotan al momento de ese aire místico que soñaste.
Oscuridad plena, ciegos y visionarios del momento;
nunca pendientes de un luego más allá de la puerta.
Y sin saber nada más, todo parece acabar,
sumidos el uno en el otro, esperando a la mañana soleada.
Y llega, pero no nos suelta la luz, ni el enlatado despertador,
ni el olor del café recién disuelto ni el tabaco
que escapa sinuoso hacia la mañana de lluvia
renovando los recuerdos y aireando los secretos.
A quien importa quién esté en la ducha,
qué cuerpos desnudos recorren gotas como dardos,
hiriendo con frío, memoria. No importa ya la esponja,
ni el champú para niños ni la espuma a los pies.
Y sigues los surcos de asombro en mi frente,
y la comisura de mi labio superior, cuarteado;
persigues la curva de nuestras caderas claras, como siendo
interrogantes que encuadran preguntas ciegas,
huérfanas de respuestas hoy, anoche, mañana;
incluso aquel atardecer al salir del cine, mudos,
cuando deseamos ser por siempre amigos.
Y vuelves a calentar la pizza y los fideos,
y comemos con los coches rojos, con la lluvia y el cigarro.
Sonríes como si yo fuera espejo de todo lo admirable,
sigues el paraguas de lunares, alejándose calle abajo,
que se va como tú y como yo, imaginando tus pinceladas,
siguiéndote desesperado, suplicante y frío.
Y me pego contra ti, contra el balcón.
Supervivientes de la noche, héroes solitarios,
eso creo que somos, solos.
Doy las espalda a los silencios y a los gritos.
Y tu boca, tu olor a todo lo olvidable.
Preguntas a qué hueles.
Y te digo que las cartas y los sonetos huelen a tabaco,
la ducha sigue oliendo a tabaco,
la pizza y el café saben a tabaco.
Pero tú; tú no.
Tu hueles, sabes y sientes a todo lo demás.
- Angelo: Ángel López López. Estudiante de Historia en la Universidad Autónoma de Madrid.
- Charlotte: Alba Fernández Turrero. Estudiante de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid.
- Kaby: Patricia Ortega Villajos. Estudiante de Lenguas Modernas Cultura y Comunicación en la Universidad Autónoma de Madrid.
- Lía: Uxue Azkona Camarero-Nuñez. Estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid.
- Lonely Persson: Oihan Iturria Jimeno. Estudiante de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid.
- Malena: Ana Galán Llano. Estudiante de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid.
- Nuage: Sarai Ávila Fernández. Estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid.
- Pilores: Pilar Gómez Mariblanca. Estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid.
- Verso Equivocado: Belén Cañas González. Estudiante de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid.
Si queréis participar con algún escrito, artículo, poesía, etc o, simplemente, dejar alguna sugerencia, no dudéis en poneros en contacto con nosotros:
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