martes, 12 de enero de 2010

Caliente


-¿Sabes una cosa? En ocasiones me gustaría ser americana. Bueno, estadounidense, ya me entiendes. Y no quiero serlo por... no sé, Elvis, Michael Jackson, Janis, la ruta 66, Chaplin, Hollywood, California, Nueva York, haber ido a un instituto con animadoras, capitanes del equipo de fútbol, taquillas y hamburguesas en la cafetería. Sino por conseguir una pistola.

-¿Para qué quieres una pistola?

-¿Qué clase de pregunta es esa? Para disparar. Mira, aqui si quieres una pistola necesitas ser mayor de 18, conseguir un permiso de armas, en mi caso a escondidas, porque resultaria un poco sospechoso pedirle a los reyes dinero para un kalashnikov. Después está el test psicotécnico, demostrar que no estás loco... Vamos, que si quiero pegarme un tiro tengo que esperar mínimo a independizarme. Y suicidarse a los 30 no tiene tanto sentido. O por lo menos, no lo tiene para mi ahora mismo. No sé como seré a los 30.

-Me estás diciendo que quieres suicidarte.

-No, te estoy diciendo que mi día ha sido una mierda.

-Expresado de un modo extremista, ¿No?

-Expresado tal como lo siento ahora. No me puedo creer que lo primero que la gente piensa cuando tiene un problema no sea quitarlo de en medio de la forma más fácil y rápida posible. Yo, de hecho, soy de las que piensa que si la gente pudiera ver su futuro, o si algo o alguien nos asegurase una segunda oportunidad, tendríamos suicidios masivos. Y te puede parecer extremista, pero... a veces, la situación, las cosas, como te pasan, qué te pasa, te hacen extremista. Aunque solo sean esos segundos que tardas en contar hasta cinco y coger aire. Si durante esos cinco segundo hablaras, se produciría el estallido. Todo el mundo dice que cuando se está en caliente se dice lo que no se piensa. Yo creo que es al revés. Yo creo que decimos lo que los demás no quieren oír. Lo que la parte racional que llevamos dentro nos dice que no podemos o no debemos decir. Que debemos actuar en frío.

A veces pienso en esos cinco segundos, en todo lo que cabe en ellos, y te puedo asegurar que si me hubiese dejado llevar por ese yo más primitivo, más real, más caliente, mi vida sería distinta. No digo mejor ni peor, sino distinta, y quizás estaría más cerca de ese... yo. No sé como llamarlo, de mi realidad, de mi vida. Quizás habría creado poco a poco una vida que realmente se identifica con lo que pienso, con lo que siento. Con lo caliente. Con lo que sale de vez en cuando y callas. Y no sería una serie de decisiones tomadas después de horas y horas pensando con tranquilidad en qué voy a hacer y a decir, que me van a contestar y qué pasará después. Quizás, después sería ahora. Cinco segundos antes.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

-Es una tontería, muy extremista, como has dicho antes. Tan solo he perdido el metro esta mañana.

.¿Sabes una cosa?

-¿Qué?

-Me alegro de que no seas americana.

1 comentarios:

Charlotte dijo...

"Puede que quizás luego sea hoy", como dice Sabina.
Me he acordado del párrafo del Quijote, como me has dicho.

La reflexión de decir las cosas en caliente me ha dado qué pensar... Quizás es cierto, cuando decimos las cosas en caliente es lo que pensamos en realidad, lo que sentimos, y lo que los demás no quieren oir. También es verdad que en caliente decimos muchas estupideces, y luego nos arrepentimos. Siempre hay un término medio.

Al mal tiempo... buena cara.