miércoles, 30 de junio de 2010

Quizás, quizás, quizás

Te encuentras con esa sensación que te presiona el pecho con fuerza, privándote durante instantes cercanos del deber de respirar.
Sientes que has hecho, que quizás has hecho algo mal pero no entiendes el por qué, y el corazón bombea más deprisa, quizá porque te importa.
A ella le importa él, le importaba hasta el punto en que hasta el bombeo de su corazón dependía de él.
Le importaba tanto que no le avergonzaba llorar bajo techo o a pleno cielo abierto.
Y lloraba y lloraba porque de repente sentía esa presión en el pecho, el bombeo rápido de su corazón y la respiración sútilmente cortada.
Ella pensaba que cada bombeo significaba un instante menos junto a él, no soportaba pensar que su propio organismo les hacía perder instantes juntos.
Pero era cierto, los días en que sentía la presión en el pecho, él nunca estaba, siempre estaba lejos. Y el corazón bombeaba más rápido, más fuerte y más solo que ninguna otra vez anterior.
Quizás ella tuviera razón o quizás no quería reconocer que no podía estar junto a él y culpaba a un falso bombeo de su corazón la llegada del final.
O quizás tenga razón y...

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