miércoles, 4 de noviembre de 2009

Amiguitos

Vuelven a mi hueco invisible de tiniebla,
a mi sonrisa en la oscuridad,
deseando respuesta sincera.
Bebe la sangre más allá del recuerdo
del espejo, del cristal muerto
y de los cuerpos bañados en destello.
Más allá del cielo blanco de nubes
y de la tierra blanca de niebla,
bajo la noche negra,
la boca llena de dientes e ironía,
que traga, pequeños labios líquidos;
y olvidas.
Y como que volvemos a casa,
como que nos reciben y aman.
Desnudos de ropa, de manchas,
de miembros y memorias.
Ahora ya mato solito, inocente,
tranquilo,
consciente de mis desatinos,
esperando el abrazo maternal del
cadáver y el cuchillo.
Te envuelvo nuevos amigos en papel brillante,
colorido, con cinta roja y una tarjeta:
bienvenido.

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