¿A dónde han ido las personas?
¿Dónde las han dejado los cuerpos?
Las sábanas se enfrían junto a los corazones,
anegadas en mares de sudor y piel
mientras los juegos nacen bajo sábanas grises.
Cuerpos que se sienten, se necesitan, se desean,
pero manos que seguirán por siempre muertas y olvidadas,
labios que muerden, pero no besan,
ojos que se ven sin contemplar nada.
Las personas huyeron en la noche y volverán
al alba, perdidas sin razón, vejadas sin perdón.
El placer dormirá hasta que el deseo vuelva
a las esquinas, y los cuerpos se vean de nuevo.
La noche reúne, mezcla, agita, disuelve y olvida,
Se beben unos a otros y se vomitan, ebrios de vida
e inconscientes de su olor vacuo, tierno.
Los ojos no se cruzan, el dolor duerme hasta nunca
en figuras de mármol, perfectas, solitarias y frías.
No hay futuro, no zarpan naves a tierras ignotas,
lo busco desesperado y sólo en el mañana.
Trato de dar esperanza; recibo miedo,
deshecho en pedazos, disuelto en color.
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