martes, 24 de noviembre de 2009

Pretérito. Perfecto. Simple.

Si pienso en tí, me sale un banco, chocolate y cocacola.
Un sombrero negro. Fotocopias.
Una silla vacía. Un día. Y otro.
Faltar a clase era conocerte.
Y romper las reglas entrar en tu juego.

Puedo recordar mil llamadas de teléfono,
Aoristos, Plauto, Modernismo, Panteón.
-¡Eso no entra!
-¡Si!
-¡No!
-¡Si!
Y el silencio.

Podía escuchar tu respiración.
Y los sonidos de tu casa. Las broncas, la tranquilidad, la indecisión.
El jersey gris te quedaba grande. Y los pantalones siempre eran cortos.
Rodábamos cortos de los que nos avergonzabamos después.
Me avergonzabas después.
Rendiamos culto a Wilder, a Janis, a Vian.
Ponía cojines sobre tu cama.
Memorizaba tus olores por tí.

Aun creo que,
si escarbases un poco, podríamos encontrarte bajo mis mil capas.
Que aún, por supuesto, tienes un cajón y medio.
Fotos con chinchetas, papeles, emails, canciones.
Te veo.
Como unas mil veces al dia.
Detrás de unas gafas.
Una camiseta roja.
Unas zapatillas rotas.
O una risa bajo esa nariz.

Aún creo que,
si me arañases un poco, podrías encontrarte
en mis púpilas, en mis gestos, en mis frases
en mis aspiraciones y miedos,
mis frustraciones, mis desengaños
mis realidades, mi forma de ser,
de escuchar. De oír.

Aún quiero pensar que esto
es una lista de deberes
de tareas por hacer
de hechos por venir.
Y no un viejo ticket de compra
pasado de fecha
de una prenda que compraste sin querer,
y que te queda pequeña.

0 comentarios: