lunes, 21 de diciembre de 2009

Las dos rebanadas

A la entrada de un laboratorio fotográfico había un pobre hombre-anuncio disfrazado de Papá Noel y con un letrero al cuello, de esos que cuelgan por delante y por detrás y que definen muy bien cuál es la receta del capitalismo: se pone una persona cruda entre dos rebanadas de publicidad y se le sirve a un banco.

De estas cuatro líneas de Benjamín Prado en su libro "Mala gente que camina" he sacado varias cosas en claro: que Papá Noel ha caído tan bajo (la crisis es de empresarios, dicen) que tiene que ganarse la vida haciendo de hombre-anuncio (¿cómo se le ocurre?) y que, además, vivimos en una sociedad acosada por la publicidad. Y aún más en Navidad, lo que es más triste.

Nos enseñan que en esta época tiene que haber una "noche de paz, noche de amor" y además debes saber que "la alegría de este día hay que celebrar"... Pero, ¿y la otra cara de la moneda? Es decir, ¿qué hay de esas dos rebanadas de publicidad que envenenan la Navidad? Sí, tienes que ser generoso porque estamos en Navidad, pero también deberías comprarte ropa interior roja para Nochevieja, y si estrenas algo mejor que mejor, oye... ¿Por qué no? Le voy a dar limosna al tío ese que siempre está en el metro haciendo que canta; total, estamos en la época... Eso sí, luego tengo que ir a encargar el marisco y el cordero, que este año nos toca en casa y hay que prepararlo todo como Dios manda...

Con esto no quiero hacer notar que estoy en contra de la Navidad. Estoy en contra de la actitud que tomamos por ser Navidad. Me gustan el espíritu navideño, las costumbres, los puestos de la Plaza Mayor y las luces (cuando se vayan acercando las fechas, y no un mes antes, por favor) por toda la calle de Alcalá y Gran Vía. Me gusta dejar regalos en los calcetines y poner los zapatos limpios la noche de Reyes. Sin embargo, conforme van pasando los años me tomo la llegada de estas fechas de manera muy distinta; puede más conmigo la visión consumista, estresada y acaparadora de todos nosotros, que la bondad, el amor y la paz que predicamos y que pronto se nos olvidan.

Por eso, volviendo al escrito de Benjamín Prado, estoy de acuerdo con él. Es más, añado que cada uno de nosotros está entre rebanadas (ya no dos, cientos) de publicidad. Y lo peor es que casi nunca nos damos cuenta de ello, y sucumbimos a lo que nos parece son precios baratos y al sabor de lo nuevo y lo guay. Descubrir que todo esto pasa más en Navidad que en otras épocas... (vale, existen las Rebajas, pero ellas no predican el amor y la paz) da que pensar, la verdad.

No os ofendáis. Es sólo una opinión. Papá Noel tiene todos mis respetos desde su trono de El Corte Inglés.

Feliz Navidad... Y las dos rebanadas, que sean con aceite y tomate, a poder ser.