jueves, 18 de febrero de 2010

Mi vida pendiente

Y es que las cosas, cuando se hablan saben mejor. A veces, por impulso propio o impropio, por desgana, desazón.... dejamos las cosas sucias en el tintero, dejamos lo que no nos gusta y lo apartamos en la esquina "empelusada" del salón. Cuando, lo cierto es que, no se sabe si por la pura actividad del comportamiento, necesitamos aclararlas. Aclarar de repente, que no me arrepiento de nada. Aclarar, por ejemplo, que si el pasado me ha traído hasta aquí, hago un brindis a su salud.
Me encuentro ahora y reafirmo mi idea de que el presente es el presente, pero que nadie me quite ese pasado que de alguna forma, enredado, me ha traído hasta aquí.
Yo, como de costumbre, como otros muchos individuos en este planeta presentes, a veces me siento especialmente torturada por los papeles rotos sin firmar, las conversaciones pseudo habladas, los resquicios de lo que pudo haber sido y no fue.
Me sumerjo en la imposibilidad, en que es inútil dar vida a una conversación que debería haber sido hablada hace tiempo, meses, años. Pero me miento. Me miento al pensarlo, me miento al decir que hay cosas que se deben quedar como están. Me miento cuando pienso que no quiero firmar aquellos papeles rotos, me miento cuando pienso que no quiero hablar aquellas conversaciones pseudo habladas, me miento cuando digo que no me importa dejar las cosas a medias.

Y es que no sabéis cuan gratificante es dejar a un lado una conversación pendiente. Por lo tanto, hoy brindo a tu salud y la del pasado que, quizás por un error, hizo que nos encontráramos.

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